Ante el día de la Mujer Trabajadora

Comunicado de los movimientos de Acción Católica ante la commemoración del 8 de Marzo, día de la Mujer Trabajadora

En el año en que recordamos el 50 aniversario del Concilio Vaticano II traemos a la memoria un texto que se dirigió a las mujeres: «Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga» (1).

Hoy, sin embargo, podemos denunciar que esa profunda mutación del papel de la mujer en la sociedad no se ha completado. Y, es más, está en peligro.

A los costes de la crisis económica que lleva instalada ya unos años en toda Europa, y que está sacudiendo de manera agresiva a las clases trabajadoras de nuestro país, hay que sumar el conjunto de políticas de ajustes y recortes que, como los propios gobiernos afirman, sin ningún pudor, están al servicio de los mercados. Queda por tanto abandonado todo principio de dignidad hacia las personas, especialmente de las más desfavorecidas y vulnerables. Y estos costes están recayendo de manera sangrante sobre las mujeres.

El año 2011 se cerró con una tasa de paro femenina del 23,32% (EPA). Pero los datos son espeluznantes entre los grupos de edad más jóvenes: la cifra de paro alcanza el 70% en las mujeres entre 16 y 19 años y es del 42% en las mujeres entre 20 y 24 años. España es, de esta forma, el país de Europa con más desempleo entre las mujeres. La precariedad y el empleo serán más altos entre las mujeres porque la falta de oportunidades laborales, que se agrava en esta situación de crisis, afecta más a las mismas.

Resulta incomprensible, con este panorama, que la solución propuesta sea una receta de recortes sociales y rebajas salariales que afectan a las capas sociales más bajas. Prueba y consecuencia de ello, al mismo tiempo, es la brecha cada vez más grande que existe entre diferentes sectores de la ciudadanía. La desigualdad entre clases ricas y clases pobres están alcanzando sus cotas más altas con la crisis económica. Y este efecto desigualitario, en ocasiones enmascarado, también afecta al diferente impacto que la crisis, las medidas y reformas aplicadas están provocando ente los hombres y las mujeres.

La congelación del salario mínimo, a pesar de ser uno de los más bajos de Europa (sólo por debajo de Eslovaquia o Portugal) perjudica considerablemente más a las mujeres, porque un 15,5% de ellas ganan menos que el salario mínimo, frente a «sólo» el 5,6% de los hombres, según la Encuesta de Estructura Salarial (2010). Además, la congelación del salario mínimo es especialmente perjudicial para algunos colectivos como las empleadas de servicio doméstico (90% son mujeres), cuyo salario se fija tomando a aquél directamente como referencia. También la congelación de plantillas en el sector público. Son los ámbitos más feminizados, sanidad y educación, en donde los recortes están siendo más amplios con la pretensión de su privatización para ponerlos a disposición de las grandes empresas y bancos. Y qué decir de la menor provisión de bienes públicos de atención y cuidado (guarderías, servicios de dependencia, etc.) que implicarán más horas de trabajo doméstico femenino y un retroceso en la igualdad y la corresponsabilidad.

La JOC y la HOAC hacemos, por todo ello, una llamada a la reflexión, la acción y el compromiso para lograr la igualdad entre mujeres y hombres en nuestra sociedad. Y también, recordando el Concilio Vaticando II en su 50 aniversario, una llamada para avanzar hacia la igualdad en el seno de nuestra Iglesia, a fin de que la aportación femenina enriquezca decididamente a la comunidad eclesial.

(1) Mensaje del Concilio a las Mujeres, 8 de diciembre de 1965.

 

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